Por: Luis Gerardo Pachón
¿Por qué aún existe resistencia a usar las TIC en educación?
Hace ya mucho tiempo que dejó de ser útil el debate de si se debe o no incorporar TIC en los procesos de enseñanza y aprendizaje, la evidencia ha demostrado que la tendencia se ha convertido en una cuestión imparable y que no se trata de modas o caprichos sino que empezó, se quedó y seguirá avanzando; no obstante, y a pesar de los apoyos institucionales y de las iniciativas gubernamentales y de organismos supranacionales como la UNESCO, aún se puede encontrar cierta resistencia de parte de docentes, e incluso estudiantes, para la implementación de estrategias pedagógicas mediadas por tecnología.
Se puede especular sobre los motivos que llevan a que dicha actitud se presente aún en pleno 2017, pero la observación empírica en los diferentes entornos académicos actuales pueden ayudar a detectar tres razones principales: la baja confiabilidad en la tecnología, la falta de un relevo generacional y la comodidad de lo comprobado.
Es innegable que la tecnología puede fallar, y es que ningún sistema, sea natural o artificial, es eficiente al 100% ya que cualquier variación tanto interna como externa puede afectar el resultado deseado. El fallo tecnológico es quizás la mayor manifestación de temor de los docentes para emplear TIC en educación, puesto que en una sesión planeada con tecnología puede fluctuar la conectividad, puede dejar de funcionar algún dispositivo empleado o puede darse el momento de una actualización inoportuna de algún componente lo cual, a pesar de no depender del profesor, suele minar la credibilidad del mismo y ponerlo en desventaja con sus estudiantes. La solución es simple pero posiblemente dispendiosa para algunos: probar con suficiente antelación la tecnología a emplear y siempre tener a mano un plan de contingencia que permita minimizar el efecto de la eventual disrupción digital.
El segundo factor es la brecha generacional, pero sin ir al extremo de aquella dramática del migrante digital planteada por Prensky hace 16 años, sino esa brecha del docente que conoce de TIC, las usa esporádicamente, pero no ha superado la timidez o la inseguridad en su manejo y se siente vulnerable. Inevitablemente la tendencia seguirá siendo a rehusar un acercamiento más profundo a la innovación educativa mientras no haya un cambio de mentalidad o un relevo docente, lo cual se estimaría en dos o tres décadas más. La clave en este aspecto es “seducir” al personal académico actual para eliminar las barreras y adoptar, de manera progresiva y segura, la incorporación de las nuevas prácticas en sus ejercicios académicos cotidianos.
Finalmente, se tiene el concepto de “si no está roto ¿para qué arreglarlo?” que afecta no solo a los profesores de trayectoria sino también a los más jóvenes e incluso a los mismos alumnos. Increíblemente este servidor ha sido testigo de casos donde los estudiantes se quejan del uso de los móviles en el contexto académico o de la flexibilidad del b-learning o e-learning; de igual manera algunos profesores noveles se sienten más cómodos replicando la forma en la que aprendieron hace un lustro en vez de innovar y refrescar el ejercicio docente. ¿Cómo culparlos? No hay nada que infunda mayor temor que lo desconocido, lo nuevo, lo inexplorado; y el miedo al fracaso o la perspectiva de trabajo adicional no contemplado desanima a cualquiera, pero en esos momentos es donde no se debe olvidar que la docencia es una vocación y que demanda sacrificio, entrega y constante formación.
Afortunadamente en nuestro contexto inmediato contamos con el respaldo institucional en los procesos de formación en competencias TIC que en 12 exitosas cohortes han permitido formar un alto porcentaje de docentes que han transformado sus prácticas, bien sea siguiendo la metodología de rediseño o con actividades individuales focalizadas.
La clave para superar la resistencia es sencilla, preparar todo con antelación, probar alternativas o contingencias a los ejercicios planteados, tener una mente abierta al cambio y a la innovación y formarse activamente en las cuestiones tecnológicas de la mano de las iniciativas institucionales como la que se manifiestan en el Centro de Innovación Educativa ÁVACO, dónde siempre se brindará apoyo y acompañamiento en estas tareas que son imperativas para permanecer vigentes y a la vanguardia. No es necesario convertirse en showman para descrestar a los alumnos, pero sí es fundamental ser consecuente con el contexto temporal y con las expectativas de los jóvenes que confían su formación en nuestras manos.