Para una sociedad más justa, equitativa y de mejor calidad, es imprescindible que los ciudadanos que la conforman, detenten unas habilidades y actitudes cívicas, comprometidas, mediante la participación, en las responsabilidades colectivas. Al efecto, entendemos que no son las estructuras formales de una democracia las que le dan fuerza y la hacen sostenible, sino las virtudes cívicas y la participación activa de sus ciudadanos, ya que se considera que ésta puede ser un camino de conciliación para una sociedad más incluyente y pluralista. De ahí la importancia del cultivo de la ciudadanía, en la formación universitaria.
Al respecto, la Constitución Política de Colombia (CPC) del 91 plantea, formalmente, “El Estado para la ciudadanía” como elemento, de democracia genuina, con los que podríamos llegar a tener un Estado incluyente y una sociedad pacífica y justa[1]. De hecho, la ciudadanía, como concepto, es, posiblemente, el tema más importante del pensamiento político y social contemporáneo en el mundo, cuyo contenido implica: la identidad y conciencia de derechos, los deberes cívicos y la capacidad para actuar en lo público.
La ciudadanía se entiende mucho más allá del ámbito educativo. Es un proceso de aprendizaje permanente centrado en: participación, colaboración, cohesión social, accesibilidad, equidad, responsabilidad y solidaridad. Es un conjunto de prácticas y actividades desarrolladas con un enfoque «de abajo arriba» que tiene por objeto ayudar a los estudiantes a participar activa y responsablemente en los procesos decisorios de sus comunidades.
A la universidad se le ha endilgado la formación política de los ciudadanos (Hernández, 2007) afirma que la universidad, por su connotación de institución moral y política, por constituirse en el escenario en el que los y las jóvenes llegan a ser profesionales, ciudadanos y ciudadanas, recoge mejor que ninguna otra institución la responsabilidad de formar en y para la política, la cultura y el conocimiento.
La formación para la ciudadanía más allá de una concreta materia curricular de la enseñanza obligatoria, debe abarcar toda actividad educativa, formal, no formal o informal, incluida la familia, que permita a la persona actuar, a lo largo de su vida, como ciudadano activo, responsable y respetuoso con los derechos de los demás. La formación para la ciudadanía se entiende como una respuesta a valores negativos como son la: apatía política y cívica, falta de confianza en las instituciones democráticas, corrupción, racismo y xenofobia, intolerancia a las minorías, discriminación o exclusión social ente otras.
Promover la formación para la ciudadanía, formar ciudadanos significa, no sólo enseñar un conjunto de valores propios de una comunidad democrática, en los que la participación activa, en la resolución de los problemas de la vida en común, contribuya a crear los correspondientes hábitos y virtudes ciudadanas en torno a la educación en la diferencia, también, configurar a la Universidad como grupo que comparte normas y valores y que genera una legítima formación para la ciudadanía democrática, en términos de una acción conjunta, que, a través del Proyecto Educativo Institucional, la práctica docente cotidiana, la investigación y la proyección social, va construyendo Región.
Referencias Bibliográficas
Hernández, Carlos Augusto (2007). Sujeto y formación: memorias de un diálogo con filósofos vivos sobre textos de filósofos muertos. En: Formación y Subjetividad. Germán Vargas Guillén (Compilador). Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá. Pp. 47-56.
[1] i) Estado para la ciudadanía, ii) desconcentración y equilibrio entre los poderes públicos y iii) un pacto fundacional plural.
1 comment
Nestor
30 abril, 2013 a las 16:08 (UTC -5)
Este proceso es el desarrollo de unos esquemas participativos y estoy de acuerdo en que esa ciudadanía esta INCRUSTADA EN LA SOCIEDAD COMO TAL Y DEBE SER MAS INTERACTIVA DESDE SUS COMIENZOS ese eje genera un criterio educativo en todas las áreas y que incluye la democracia no como observadores pero sí como analistas para que perdure un proceso y no se desvanezca en el intento en donde la frustración se muestre más en los círculos no participativos de la vida ne común y jerárquica
La prueba del cocido está en comerlo .(Cervantes Miguel)