LAS NOCIONES SOCIALES DEL NIÑO
En el contexto escolar convergen tres tipos de conocimiento, el escolar, el cotidiano y el científico. En el contexto escolar no se puede hablar de un solo tipo de conocimiento pues en ella convergen diferentes representaciones y de prácticas interpretativas, razón por la cual se configura en uno de los mayores espacios de intercambio de significados culturales.
El espacio de la cotidianidad aproxima a los niños al complejo mundo de la sociedad y de las instituciones sociales, de las relaciones afectivas, de los medios de comunicación, de las relaciones de poder, es decir, se apropian de las prácticas culturales circulantes con las que interactúan a diario. Este tipo de conocimiento es un mecanismo a través del cual los seres humanos se apropian del mundo a través de miradas propias, constructos personales o teorías implícitas sin pretensiones de cientificidad.
A diferencia de este sistema de conocimiento, el científico busca verdades y certezas y aunque el mundo no se exprese en términos puramente prácticos, este tipo de conocimiento no se despoja de su carácter sistemático y teleológico. La ciencia acerca al niño a la posibilidad de ordenar la realidad social a partir de la construcción de ciertos conceptos explicativos que orientan su comprensión del mundo.
A pesar de reconocer que epistemológicamente la ciencia no es ya un modelo unidireccional, adherido a las ciencias físico-matemáticas y al razonamiento lógico-deductivo, es imposible pasar por alto que aun hoy en día el conocimiento histórico-social tiende a estar en desventaja por la permanencia de imaginarios que ponderan la mirada positivista de la ciencia.
Desde esta perspectiva, retomamos el planteamiento de Gómez (2004) al argumentar que existen varias formas de entender el conocimiento escolar. Por una parte están quienes creen que su objetivo es dar las bases del conocimiento científico, por otra parte están quienes creen que el objetivo es trabajar alrededor de la formación de ciudadanos y otros más instrumentales consideran que el objetivo se circunscribe a la promoción de un grado a otro hasta ingresar (en el mejor de los casos) a la universidad. Finalmente queda claro, a pesar de las múltiples miradas, que el conocimiento escolar cumple una función socializadora y reproductora de las cosmovisiones e ideologías científicas dominantes.
Este planteamiento refuerza la necesidad de brindar espacios de reflexión autónoma en donde el docente, en relación a sus estudiantes, posibilite la construcción de miradas más constructivas y propositivas frente a su entorno social. De tal suerte que se reconozca hoy en día en la Educación, la mejor herramienta para construir su futuro y de paso el de la comunidad. La Educación así se convierte en el instrumento a través del cual el ser humano encuentra su lugar en la historia, vive su presente e imagina su futuro; es además el mecanismo desde el cual se reconoce y se apropia la cultura, se desarrolla la posibilidad hacer parte integral de la sociedad comprendiendo y comunicando todo tipo de referentes simbólicos que permiten resignificar su entorno.
La Educación permite además canalizar el conocimiento cotidiano que los niños construyen a partir de lo aprendido en el contexto social; en esta medida, el docente debe procurar una interacción productiva con sus estudiantes generando nuevos contextos comunicativos. En palabras de Jesús Martín-Barbero (1996; p.13) el reto del docente se refleja en el esfuerzo de comprender ese nuevo mundo vertiginoso para el que en cierto sentido pueden estar menos preparados que sus alumnos “sujetos dotados de una elasticidad cultural que, aunque se asemeja a una falta de forma, es más bien apertura a muy diversas formas, y de una “plasticidad neuronal” que les permite una camaleónica adaptación a los más diversos contextos y una enorme facilidad para los “idiomas” de la tecnología”
Por otra parte, además de la apropiación de las nuevas tecnologías, los niños hacen preguntas espontáneas sobre fenómenos sociales que permiten vislumbrar un genuino interés por algún dominio del conocimiento social y, a través de ellas, detectar el grado de elaboración y reflexión personal que están adquiriendo.” (Gómez; 2004)
Es necesario reflexionar alrededor del compromiso formativo que como docentes, adquirimos con aquellos que hoy se configuran como sujetos estructurales de la sociedad; comprender que ellos, lejos de mostrarse indiferentes a las dinámicas sociales, se reconocen como actores principales y es nuestro deber potencializar esa participación responsable y constructiva.
La experiencia formativa cívica en el Programa Ondas, parte de la necesidad de integrar, el desarrollo de la investigación en el aula para los docentes y por otra, de acercar al niño al reconocimiento de su entorno social a partir del su rol de ciudadanos en formación. En el primer caso, es necesario que una vez reconocida la naturaleza del proyecto, los docentes desarrollen la posibilidad de pensar en el mismo no como un documento más sino como una herramienta importante para desarrollar investigación social en sus clases.
BIBLIOGRAFÍA
GÓMEZ, Jairo Hernando. LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO SOCIAL EN LA ESCUELA. Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Bogotá. 2004.
MARTIN-BARBERO, Jesús. “Pensar la Educación desde la Educación” En: Revista Nómadas. N°5. Universidad Central. Bogotá. 1996.
Educación y Ciudadanía https://www.revistadefilosofia.com/educacionyciudadania.pdf
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Sandra Gutiérrez Abella