La planificación educativa es un proceso, que cada día cobra mayor importancia sobre todo cuando se está incorporando tecnologías –las TIC- a la formación de los estudiantes; las tradicionales improvisaciones de tiza y tablero quedaron atrás; hoy los estudiantes necesitan conocer las secuencias de las actividades de aprendizaje con anterioridad a la clase ( virtual o presencial), pues poco o nada se puede hacer frente a las propuestas metodológicas de ABP (aprendizaje basado en problemas ), casos de estudio o formación por proyectos, que constituyen las propuestas estrellas de las metodologías activas a la cual le apunta la Universidad de Ibagué.
También cuando hablamos de metodologías activas, se está haciendo referencia al logro de competencias en sus tres dimensiones básicas: lo cognoscitivo, lo procedimental y lo actitudinal. Sin embargo, la comprensión del término de competencias, así como la formación para su desarrollo o la medición del nivel de logro, genera muchas inquietudes en los docentes, normalmente no comprenden cómo se redactan las competencias o cómo éstas se pueden operativizar para así diseñar las tareas o actividades necesarias para alcanzar el nivel de logro deseado.
El término competencia fue incorporado al léxico educativo hace casi medio siglo por Noam Chomsky, pero uno de los primeros desarrollos importante del mismo se da en el año 1996, cuando Jacques Delors (1), en un documento para la Unesco, establece los llamados “Pilares de la Educación“, que son cuatro: Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir con los demás. Este referente es importante, porque a partir de este documento es que se consolida la formación para el desarrollo de competencias, por eso que el término ya no se entiende solo como “un saber hacer en contexto“, como lo planteó inicialmente el Ministerio de Educación.
El aprender a conocer, hace referencia a la dimensión cognoscitiva de la competencia y se trata de adquirir conocimientos necesarios y susceptibles de ser transferidos al contexto en el cual se desenvolverá el futuro profesional.
El aprender a hacer, hace referencia a la dimensión procedimental de cualquier competencia y se trata de adquirir habilidades y destrezas estratégicas para que el futuro profesional se pueda desenvolver en su entorno.
El aprender a vivir con los demás, hace referencia a la necesidad cada día mayor de trabajar colaborativamente, cooperar con otros, de desarrollar buenos diálogos en la diferencia, ser tolerantes.
El aprender a ser, se refiere a establecer compromisos personales pertinentes con el medio ambiente y a ser socialmente responsables.
Estos dos últimos aprenderes conforman la dimensión actitudinal de cualquier competencia.
Así, el conjunto de conocimientos, destrezas, habilidades, actitudes y valores, susceptibles de ser utilizados para resolver necesidades personales, profesionales o sociales en determinado contexto, y con la visión de la disciplina de formación, en el marco de una formación integral, significa tener desarrolladas las competencias genéricas y las competencias profesionales o específicas que establece la Universidad de Ibagué dentro de sus lineamientos curriculares(2).
La Universidad de Ibagué, considera competencias genéricas o ejes transversales de formación: el pensamiento matemático, la comunicación en lengua materna y otras lenguas, la cultura científica e investigativa, la habilidad para el manejo de la información, la capacidad de innovación, la formación ético política, estética y física, el razonamiento y análisis crítico, el conocimiento del contexto, la formación para el trabajo en equipo y en ambientes interculturales y el espíritu de emprendimiento, específicas y profesionales
Las competencias profesionales, según los lineamientos curriculares de Unibagué, hacen referencia a conocimientos, habilidades y actitudes que se desarrollan desde el área y el programa curricular, a través de actividades académicas profesionales y disciplinares que han de permitirle al graduado continuar aprendiendo y aplicar la ciencia y sus habilidades a la solución de problemas concretos en una sociedad determinada.
De este modo, se puede plantear que las competencias se operativizan, se enuncian como objetivos observables y mensurables en sus tres dimensiones: cognoscitiva (describir, identificar…), procedimental (utilizar, construir…) y actitudinal (contribuir, fomentar…). Esto es lo que se viene haciendo en el proceso de Rediseño de asignaturas, que realizan los docentes con el acompañamiento de ÁVACO. Es volver a planificar el acto educativo de acuerdo a las competencias que se deben desarrollar, con la incorporación de herramientas tecnológicas en una opción b-learning y en la plataforma Moodle de la Universidad.