¿Qué el CD o el DVD hipertextual, Internet o Wikipedia reemplazarán al libro y lo harán obsoleto? Reflexión simplista a una cuestión compleja. Sería como pensar que el carro sustituyó y dejo obsoleta a la bicicleta o a la costumbre de caminar. Entendiendo además que estos nuevos dispositivos recurren tanto al texto como al audio y al video, se podrá pensar entonces que terminarán reemplazando también a estos sistemas.
La cuestión no es tratar de mostrar la preeminencia de lo visual, entiéndase multimedial, sobre lo escrito e incluso lo oral o viceversa. La cuestión es cómo mejorarlos para lograr unos mejores procesos de comprensión del universo y para hacer que todos ellos conduzcan a una mejor formulación de preguntas.
Umberto Eco y Marshal MacLuhan han venido trabajando sobre esta reflexión desde hace ya varios años y plantean propuestas no sólo generosas sino también conciliadoras sobre el tema. Dice Eco, por ejemplo, que en los procesos educativos todos los media deben ser considerados en un reparto de tareas equilibrado, de manera tal que sea el mejor dispositivo y el que se ajuste más a los esquemas de aprendizaje de cada quien, con lo cual se hará más eficiente el proceso de enseñanza y de aprendizaje.
Ya no será necesario, dice Eco, recurrir a una cantidad interminable de horas para buscar en muchos de los volúmenes de una Enciclopedia la relación que pudo haber existido entre, digamos, Napoleón y Kant; bastará con desplegar esta misma enciclopedia pero de manera multimedial, para que mediante unos criterios de búsqueda y relaciones de datos tal ejercicio sea realizado en cuestión de horas o acaso minutos.
En ese orden de ideas la enciclopedia, tal como la conocemos, empezará a ser obsoleta por cuestiones no sólo de agilidad y versatilidad en su manejo sino de espacio físico y de orden estético. Ya no se necesitarán metros cuadrados de pared en las bibliotecas para albergar los numerosos volúmenes de la Enciclopedia Británica o de la Enciclopedia Espasa-Calpe. Bastará con la décima parte o menos de este espacio para tener una computadora y los respectivos dispositivos de almacenamiento de la información, ya sea CD’s, DVD’s medios magnéticos, discos duros y toda esa gama de alternativas que cada día son más y mejores. Esto, claro, con respecto a libros tipo enciclopedia que requieren ser consultados esporádicamente o cuando la necesidades lo precisan, libros que no se leen desde la primera hasta la última página.
Pero, del mismo modo, la multimedia y el hipertexto ¿anularán también a un libro tal como una novela o una colección poética? Desde lo técnico hasta lo estético: no.
Desde lo técnico. Los libros continúan siendo indispensables para leer con calma y reflexionar sobre lo leído; los libros tienen más vida útil que los medios magnéticos de almacenamiento de información, debido a la fragilidad de estos últimos y, aunque parezca torpe decirlo, a que siempre necesitan de energía eléctrica para funcionar, aparte de un andamiaje tecnológico sofisticado, costoso, complejo y estático llamado computadora. A este respecto, observar el siguiente spot publicitario acerca de un dispositivo tecnológico de primer orden, el libro. Aun si todo lo que se produce se hiciera a través de la computadora, se requiere de, mínimo, una impresión para poder leer y corregir y decidir. Difícilmente alguien podría hacer correcciones precisas desde una pantalla de la computadora. Internet supone un exceso de información que, aún utilizando los motores de búsqueda más sofisticados, estos no logran diferenciar entre un texto útil a los propósitos que mueven la búsqueda y la información inútil o “basura”, que en la mayoría de los casos es casi todo, siempre generosos. Sobre este aspecto Eco dice que el motor de búsqueda no diferenciaría, si quisiéramos saber de ediciones dominicales de diarios del mundo, entre lo importante que es la edición del New York Times quien anda buscando Pravda. Aunque, claro, esta no es la cuestión a revisar.
Hasta lo estético. Perdonarán el romanticismo pero la sensación que se experimenta al abrir por primera vez un libro, sentir sus texturas, sus olores, sus formas y sus acabados, la calidad de sus ilustraciones cuando las hay, la emoción de una primera edición, de una carátula bien elaborada, todas estas sensaciones no serán nunca superadas ni tan siquiera igualadas por la fría pantalla de una computadora. Además puede uno refugiarse en cualquier lugar del mundo y no requerir más que de un poco de luz; leer sentado, de pie, acostado, caminando, volando o como el gusto o la necesidad lo indiquen mejor.
Un último argumento a favor del libro. La posesión. Para nuestra condición humana no basta con haber leído un libro; se requiere poseerlo. Para algunos a veces ni siquiera es necesario haberlo leído. Basta con poseerlo.