Las infraestructuras que soportan los modelos e-learning generan beneficios para la administración y manejo eficiente del tiempo de los docentes. Los docentes que hemos tenido la oportunidad de ser invitados a diferentes universidades en el país, ya sea para cumplir compromisos como: orientar capacitaciones, cursos en especialización, jurados de trabajos de grado o tesis, entre otros, nos encontramos en ocasiones con las dificultades de encontrar espacios en las agendas, debido al cruce de compromisos. En la mayoría de estas oportunidades, los desplazamientos entre ciudades o el hospedarse en otros sitios, gasta una porción de tiempo representativo si se le compara con el tiempo en el que efectivamente cumplimos con nuestro compromiso académico. Entonces, surgen interrogantes como los siguientes: acaso, ¿era necesaria nuestro desplazamiento y presencia física en el evento académico? Tal vez, una video conferencia o el uso de una herramienta e-learning no podría generar el mismo impacto o, incluso, un mejor impacto sobre los auditorios?
Estos son interrogantes que algunos docentes nos hemos planteados ante situaciones similares; pero creo, que las directivas de las instituciones universitarias, también se las hacen o se las deberían hacer. Y entonces, el tema se desplaza del eje académico a un interés sobre el financiamiento de las actividades académicas e incluso de investigación científica, desarrollo tecnológico e innovación. Y es claro, los rubros de gastos de administración, por lo general, son representativos en el impacto negativo sobre los rendimientos o beneficios económicos que esperan las organizaciones empresariales, para el caso las Universidades.
En algunos casos, se presenta los modelos e-learning como una estrategia de lograr en el mediano y largo plazo la disminución de gastos de administración. Sin embargo, las inversiones en infraestructura, infoestructura e infocultura que deben hacer las universidades no sólo pueden ser altas sino que pueden volverse obsoletas en el mediano plazo. Por lo tanto, como en cualquier proyecto de inversión se debe generar criterios que permitan no sólo medir los beneficios futuros académicos sino los beneficios financieros, de tal manera que se evidencia la sostenibilidad de la inversión.
También, se debe analizar desde el punto de vista de las tendencias en educación, el gran peso que frente a la competitividad en este sector ha ganado el e-learning. A manera de ejemplo, en el siguiente enlace pueden ver como el SENA muestra su apuesta al 2025, en la cual las tecnologías de la información y comunicación son fundamentales.
De igual forma, podemos apreciar como el Estado, a través del Ministerio TIC, con su programa “Vive Digital” le apuesta a las TIC como una estrategia de crear empleos, reducir pobreza e impulsar el crecimiento económico.
Dado lo anterior, podemos afirmar que, el escenario de la incorporación de las TIC a la vida universitaria, se convierte en una fuente plagada de retos y oportunidades. Los recursos financieros que pueden generar los modelos e-learning en las universidades no solamente están ligadas con la docencia sino con la extensión. Por ejemplo, las empresas en todos los sectore económicos, requieren planes de capacitación y entrenamiento en habilidades laborales específicas, las cuales vienen siendo ofrecidas por instituciones aprovechando las plataformas virtuales.