Quintiliano y su interés en la enseñanza practicada hace más de dos mil años pero pensada para todos los tiempos, es un claro reflejo del verdadero ideal educativo: “volver a los valores que propendan el bien común a través de las prácticas educativas acordes a la humanidad tanto del que enseña como del que aprende”.
Con una proyección intelectual bastante fuerte, la concepción de la enseñanza de Quintiliano le bastó para que Vespaciano le otorgara el primer cargo como profesor de retórica latina con una retribución a cargo del Estado. Hecho que quizá reafirmó sus principios en la enseñanza, preocupándose siempre en cómo enseñar y sobre todo en cómo aprendían sus alumnos, defendiendo de esta manera la incesante necesidad de moralidad y recuperación de los valores requeridos para dar forma a un imperio sólido, con mandatarios y personas que supieran dar respuesta del carácter romano.
Quintiliano desde el primer instante fue consciente de la realidad del terreno al que se enfrentaba, hecho que impulsó aún más su ideal de la oralidad como el arte que daría cabida de nuevo a los valores y la ética que debían recuperarse para lograr la solidez intelectual y sociopolítica que requería el impero visionado por Vespaciano; todo esto le confirmó aún más a Quintiliano la importancia y necesidad del saber retórico para poder encausar correctamente el camino hacia los ideales.
El planteamiento educativo de Quintiliano no contempla la monotonía en la enseñanza ni los modelos rígidos en la transmisión de sus conocimientos, él creyó en la adaptabilidad y la flexibilidad como características propias del maestro y su objetivo en la enseñanza, resaltando permanentemente la importancia de retomar lo mejor de cada uno de los modelos propuestos y llegar a la base de sus propios planteamientos, rechazando la rigidez en la enseñanza y abogando por las capacidades particulares de los individuos y los resultados que de ellas pudiesen obtener.
Rechazando la monotonía en el ejercicio de enseñanza, planteó la integración de diversas actividades y herramientas que le permitieran a cada uno de los individuos aportar elementos importantes a su propia capacidad de adaptación, incentivando así la búsqueda de lo mejor de sí, que pudiera por supuesto reflejarse en la retórica con que se transmitían las experiencias, de esta manera Quintiliano compartía su optimismo pedagógico y su visión de la educación como instrumento para hacer mejores a las personas no sólo en beneficio propio sino principalmente en el alcance de un beneficio colectivo.
Cabe resaltar, que la época en que a Quintiliano se le encomendó tan importante labor, Roma se encontraba sumida en una absoluta relajación moral, donde la principal preocupación de las personas se orientaba hacia la diversión y la vanidad en la que debían sumir su cotidianidad, de allí se sostiene que una de las tareas más duras en el proyecto encomendado a Quintiliano se puntualizaba en conseguir que las personas despertaran nuevamente la necesidad de alimentar su intelecto sin sentirse presas en la obligación de aprender, ya que creía firmemente en la importancia en la convicción individual del saber para poder avanzar satisfactoriamente en el éxito de una cultura más intelectual y preocupada en su desarrollo personal y sociocultural como una puerta hacia el imperio soñado.
Uno de los principales reproches de Quintiliano apuntó siempre hacia la mala estrategia y desarraigada convicción de los maestros que pretendían retener casi que a la fuerza a sus alumnos siempre con el pensamiento de lograr unos honorarios, haciendo responsable a la codicia de los malos maestros y su distracción de la verdadera enseñanza. De ahí que el orador destacara la importancia de encontrar buenos maestros y mostrar las virtudes de lo que él consideraba una verdadera educación.
Ahora bien, ¿cómo se concibe la educación hoy? ¿estamos apuntando hacia los verdaderos aprendizajes o estamos estancados en en la concepción de «aprender para ser -alguien- en la vida? Por mi parte considero que la necesidad de la educación se ha desvirtuado de forma abrumadora, y lo argumento en el hecho de encontrar jóvenes que no saben en realidad cuál es la verdadera importancia de aprehender los conocimientos que se comparten en las aulas, se estudia por costumbre, por tradición más no por convicción y es una realidad que necesita ser reconocida y afrontada para que pueda ser superada por el bien individual y colectivo.
Sugiero ver el documental «La Educación Prohibida» y tratar de extender una mirada más ambiciosa hacia los alcances de un modelo educativo con verdadero aprendizaje.