«

»

Imprimir esta Entrada

Un violín como refugio. Por: Luz Ángela Castaño

La historia es pertinente, a propósito de los diálogos de paz entre el Gobierno y las FARC, y de la necesidad de que los colombianos nos apropiemos del tema desde las regiones y comunidades en busca de propuestas para comenzar a manejar los conflictos cotidianos de otras maneras y contribuir así a construir un país más amable para todos.

 

Un violín como refugio

“La música me salvó”, fue el comentario de un violinista tolimense mientras recordaba su infancia dolorosa en la zona rural de Rovira a principios de los años cincuenta.

Señalaba nuestro amigo cómo, a la edad de ocho años, había visto morir a su padre de manos de los violentos, y había tenido que caminar con su madre y sus hermanos en medio de la noche hacia alguna vereda vecina para salvar su vida y comenzar de nuevo, envuelto por el miedo y por la incertidumbre. Hoy, ya pensionado, señalaba cómo el Conservatorio del Tolima, donde adelantó sus estudios musicales, sanó su dolor y el resentimiento que lo agobiaba y le ayudó a creer y recuperar el entusiasmo por la vida.

Debe haber muchas historias en el Tolima como esta, de niños desplazados de la violencia que llegaron a Ibagué y vieron en el Conservatorio una posibilidad de futuro.

Un poco de historia

El interés por la música como elemento formador de los tolimenses comenzó a manifestarse hacia finales del siglo XIX. En 1886 se formó la Escuela de música de cuerda y piano, para promover la música autóctona y la clásica. En 1889, el gobernador del Tolima, don Manuel Casabianca, creó la Banda Departamental, entre otras razones, para que “a la vez sea una Escuela destinada a propagar el arte en el Tolima”.

El interés por la formación musical en el Departamento se vio interrumpido por las guerras de fin de siglo, pero las escuelas reanudaron labores a principios del siglo XX. En 1906, el maestro Alberto Castilla reabrió la Escuela Orquesta, hoy Conservatorio del Tolima, que ha proseguido su tarea formadora durante casi ciento diez años. Castilla dirigió la Institución hasta su muerte en 1937 y dejó para la ciudad, la sede del Conservatorio y la Sala de música que se inauguró en 1932.

La creación del Conservatorio hizo parte de un espíritu nacionalista que, como en otros países latinoamericanos, buscaba destacar y darle importancia a la música de cada país. En Colombia se fundaron, además del Conservatorio Nacional de Bogotá, el de Cali, el de Cartagena y el del Tolima. Respondían a la necesidad de construir identidad nacional a partir de la música universal y local especialmente dirigida hacia los jóvenes.

El primero Congreso Nacional de Música 

luz_castano_conservatorio_tolima_clases_conversatorio

Alberto Castilla gestionó con Gustavo Santos Montejo, Director de la oficina de Bellas Artes del Ministerio de Educación Nacional (1935-1936), el Primer Congreso Nacional de música que se llevó a cabo en Ibagué. Lo hizo movido por el convencimiento de la importancia de la música en los procesos de democratización del arte y la cultura en las regiones de Colombia. Quería también avanzar en el debate sobre la importancia de ampliar las oportunidades para la música de la alta cultura a la par que se fortalecían las expresiones populares.

Castilla quería que, durante el Congreso, hubiera “…música religiosa en los templos, retretas en las plazas, música de restaurantes, y actos de concierto en… el Conservatorio”, así como exposiciones de pintura y conferencias sobre historia del arte. Agregaba que… “Yo he tratado de hacer del Conservatorio del Tolima un centro cultural, pedagógico, educativo, amplio y democrático, abierto a todas las urgencias espirituales…porque es mi anhelo que el Conservatorio llegue a ser…una pequeña gran república del arte”.

Uno de los argumentos de Castilla ante el Congreso en búsqueda de apoyo oficial para  fortalecer el Conservatorio fue la situación de violencia del Tolima y el convencimiento de que la música podría ayudar a mitigar esta realidad, como afirmaba Carlos Orlando Pardo en su libro Historia de una hazaña. Por eso el Conservatorio fue concebido como un proyecto regional, aunque acabó siendo ejecutado como una iniciativa para la ciudad.

Señala Fernando Gil Araque en su artículo sobre Los congresos nacionales de la Música de 1936 y 1937 que en esos dos años se hizo más por la cultura musical del país que en las tres décadas anteriores. Alberto Castilla murió en 1837, pero dejó una semilla en algunos de los directores del Conservatorio, quienes siguieron su mandato de trabajar por una intensa educación musical para el Departamento.

A lo largo del siglo XX el Conservatorio ejerció su misión y siguió en parte el mandato inicial del maestro Castilla. Al principio, sus giras musicales se dirigían a las poblaciones del Tolima y a ciudades colombianas. Más tarde, el Coro del Tolima, su agrupación artística de mayor proyección, viajó fuera del país en varios eventos culturales importantes. Durante varios años, el Conservatorio organizó en Ibagué el Concurso Polifónico Internacional, con asistencia de representaciones de varios países de América y de Europa, actividades que le dieron una imagen importante al Conservatorio y a Ibagué como Ciudad Musical de Colombia.

En los años cincuenta, se creó en el Conservatorio el Bachillerato Musical. Fue esta una oportunidad para que muchos niños de bajos recursos y víctimas de la violencia pudieran estudiar, terminar su bachillerato y ganar dinero en trabajos como instrumentistas. Hoy en la sede del Conservatorio funciona la Universidad Musical, con la Facultad de Educación y Artes y sus programas de Licenciatura y Maestro en Música. Cuenta con orquestas sinfónicas, bandas, coros y conjuntos de cámara, que ofrecen conciertos semanales abiertos a la comunidad local.

En 1994, la sede del Conservatorio fue declarada Monumento Nacional y su Sala de Música Alberto Castilla, destacada como una obra maestra en materia de arquitectura y diseño.

El Conservatorio y la construcción de paz

luz_castano_conservatorio_tolima_coro_conversatorioEsta es una ocasión única para que sus miembros se expresen, aprendan a trabajar en equipo, rompan desconfianzas y formen grupos interdependientes que produzcan una obra de arte, en un ambiente fraternal de reconocimiento personal y colectivo. El poder transformador de la música configura, a la vez, un sistema de organización y convivencia, y de fortalecimiento de valores que cada uno podrá replicar en sus hogares y comunidades para ejercer una influencia más amplia hacia la construcción colectiva de tejido social.

Hoy, cuando los colombianos tenemos que comprometemos con la construcción de paz, vemos en el Conservatorio una oportunidad para que el Tolima avance en ese propósito de abrirles nuevos caminos a los ciudadanos para que superen tantos años de desesperanza, violencia, desplazamientos y agresiones.

Ofrecer a los adultos y otros miembros de las comunidades, oportunidades de recobrar la esperanza y el deseo de vivir.

Es importante que la institución dé un paso adelante para retomar la idea inicial del maestro Castilla de que el Conservatorio se constituya de nuevo en “una pequeña gran república del arte”; de poder  volcarse a muchos otros municipios tolimenses en una acción más agresiva, para formar a los niños en valores a través de la música y para ofrecer a los adultos y otros miembros de las comunidades, oportunidades de recobrar la esperanza y el deseo de vivir.

La experiencia que el Conservatorio ha acumulado con los programas que desarrolla en algunas regiones y las aulas musicales que ya existen en la mayoría de los municipios puede ser el punto de partida para que el Conservatorio amplíe su cobertura departamental. Sin embargo, este trabajo no lo puede hacer solo: Es importante que el Gobierno Departamental y las alcaldías municipales conozcan las demandas culturales de los municipios e incluyan la música en sus planes de gobierno. Se necesitan alianzas con los agentes culturales, las universidades y el sector privado, y con tantos músicos graduados que ha producido el Conservatorio, que pueden tener en este campo una oportunidad de proyectarse hacia sus comunidades en el Departamento y ayudar en este propósito formativo.

 Tomando la expresión de un amigo músico, si Ibagué ya no puede competir con otras capitales de Colombia como ciudad musical porque nos superan en la calidad y cantidad de actividades que otros departamentos ofrecen en torno a la música, los tolimenses sí podemos apuntarle a construir entre todos un Departamento musicalmente educado, que busque una manera de vivir en paz.

Se necesita  más apoyo de la Gobernación, de las alcaldías, del entorno empresarial  y de la ciudadanía para que Ibagué pueda seguir afianzando su vocación musical y para que la música sea una posibilidad real de paz para los tolimenses.

Porque construir la paz es responsabilidad de todos.

Luz_Angela_Castano_razonpublica

Luz Ángela Castaño. Licenciada en Lenguas Modernas de la Universidad de Los Andes, magister en Literatura Comparada de la Universidad de Iowa, colabora con la Oficina de Publicaciones de la Universidad de Ibagué.

 logo_Razonpublica

Artículo publicado en el periódico digital Razón Pública. Lunes 20 de julio

*Razón Pública agradece el auspicio de la Universidad de Ibagué. Las opiniones expresadas son responsabilidad de la autora.

Enlace permanente a este artículo: https://avaconews.unibague.edu.co/un-violin-como-refugio-por-luz-angela-castano/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *