Son muchas las variables que están relacionadas con la gestión del postconflicto, una de ellas es la educación para la paz y la convivencia (como propósitos) y para el bien común (como acción). Todo postconflicto exige un cambio social y todo cambio social supone un cambio en las maneras de producción, es decir, en el trabajo (Marx & Engels, 1848). Por tanto, la educación orientada al bien común será fundamental no solo para que las personas trabajen de forma ecológica y compartida, sino para que también el consumo sea más responsable e incluso colaborativo.
¿Qué es el consumo colaborativo? es la manera tradicional de compartir e intercambiar productos o servicios a través de la tecnología moderna entre comunidades, donde el acceso es más importante que la propiedad (Kelly, 2016). La tecnología como innovación disruptiva ha transformado las reglas de juego, y con el concepto “colaborativo”, nos invita a pensar en compartir más allá de acumular, a abrirnos más que cerrarnos, a pensar en el bien de todos y no solo en el propio.
En este sentido, podemos pensar que la paz se logra al resolver los problemas que atañen los conceptos fundamentales de la vida y la dignidad humana, pero también a través del desarrollo de capacidades que nos permitan compartir el conocimiento, los servicios y los productos generando una riqueza que se construye con el otro y que llamamos confianza. El consumo colaborativo nos enseña a trabajar con el otro, a confiar, a compartir y a generar un bien común, donde la transparencia es el único valor diferencial de la economía y el bienestar de la sociedad.