Una de las principales dificultades que enfrentan los docentes, es la evaluación de los aprendizajes de sus estudiantes; parece que los docentes se cualifican mucho sólo para enseñar o en cuestiones metodológicas generales, pero pocos entienden la evaluación como una actividad crítica de aprendizaje; esto significa por un lado, que es una actividad semejante a las de aprendizaje y por otro, que permite informar al docente de las deficiencia de sus estudiantes y al mismo alumno identificar sus debilidades. Así, la evaluación se nos convierte en una fuente de primer orden para la innovación y el mejoramiento de la práctica docente.
Pero esto, requiere una nueva forma de comprender la evaluación, ya no es solo al final de un período de formación, es durante el proceso de formación. Estamos haciendo un tránsito desde la evaluación final por logros a la evaluación por procesos. Más claro aún, no debemos evaluar un resultado aislado sino todo el proceso.
Por eso, a partir del proyecto de rediseño de cursos, que desarrolla ÁVACO, estamos hablando de evaluación auténtica para hacer referencia a un proceso formativo, que debe posibilitar el éxito de los alumnos por su seguimiento continuo. No olvidemos, que un docente solo es competente si sus alumnos aprenden.
Tenemos que aprender de evaluación auténtica, para que no siga sucediendo que los docentes, por ejemplo, plantean unos objetivos en términos de competencias, unas actividades acordes y terminan evaluando al final del curso con un test de selección múltiple; como es de esperar, si se enseña de una forma y se evalúa de otra manera (además contradictoria) el fracaso estudiantil es alto. Es como si durante un semestre se hicieran grandes esfuerzos para lograr que un grupo aprenda a manejar bicicleta y a la hora de evaluar se le pide al estudiante que maneje un carro, bajo el supuesto- por ejemplo- que ambos son vehículos que permiten el desplazamiento de una persona.
La evaluación auténtica, tiene varias características importantes de señalar:
- Participan todos los involucrados, es decir se desarrolla una heteroevaluación (la que el docente le hace al alumno) una coevaluación (entre pares) y una auto evaluación.
- Es transparente, quiere decir que se deben hacer público los criterios de evaluación; hay que aprender a trabajar con rúbricas (escalas de valoración).
- Se guía por la búsqueda de la equidad y no la objetividad.
- Permite retroalimentar a los estudiantes
- Posibilita a los estudiantes ser más críticos y analíticos
- Permite evaluar distintos resultados de aprendizaje
- Considera al estudiante y al contexto
- Los estudiantes deben poder aplicar sus aprendizajes en situaciones reales (o lo más cercano).
- Es necesario plantear previamente el (los) resultados observables, las condiciones de ejecución y los criterios de evaluación.
Una evaluación auténtica es coherente con el desarrollo de las competencias en sus tres dimensiones: el saber profesional, el saber hacer profesional y el ser profesional porque evaluar competencias es evaluar procesos y más aún cuando la premisa de la Universidad de Ibagué, es centrar la actividad de formación en el estudiante
