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Sin literatura, sin ciencia. Por: Esperanza Milena Torres.

La ciencia está llena de mitos y vacía de poesía. La tomaron presa la objetividad, la rigurosidad y el control, la persigue la herencia occidental, la asfixia de una era de métodos y metodologías que erigen desde el vértice más alto lo posible, lo pensable y lo problematizable. Afuera quedaron la contingencia, la tragedia, la divagación y la pasión, afuera la posibilidad de preguntar por preguntar, de conocer por conocer, de buscar por buscar, de andar por ahí sabiendo sin saber. Un imperio de intelectuales publicables y una extensa periferia de otros, los anónimos de esa ciencia seca y selectiva de aquello que merece ser investigado, de aquello que se escurre en los manuales, en las paredes de la academia. ¡Saturación!, pululan las publicaciones, las comunidades académicas, la estratificación de las preguntas.

Pensar sin sentir,  sentir o pensar, como si fuese posible desarticular el ser,  todo ello parte de ese extenso legado que se ha consolidado desde la modernidad; una cuadricula a los sentidos y a la capacidad innata del ser humano por preguntarse por el mundo, por sentarse a sentir admiración. Pisoteados los entrelíneas por un pensamiento bordeado de rigurosos límites que se tartamudean en las aulas de clases, en los rincones universitarios como un antiguo catecismo, como una receta que sostiene la dictadura de verdades amarradas unas de otras, como una malla que oferta ese pedazo de seguridad negado por el mundo.

Es una época de miedos esta la que nos aguarda en la puerta y en la esquina, este tiempo que nos reclama las otras palabras, las ausentes… las de la textura, las que permiten sentir el roce de un ladrillo con los dedos de la mano o las cosquillas de la arena con los pies descalzos, las palabras acalladas, las que nos posibilitan saborear lágrimas, sentir pánico, oler la madera y las flores;  las que van más allá de la información y el dato, las que buscan transmitir experiencias, las que comunican, las palabras de la literatura.

La literatura y su poesía son reclamadas en las aulas de clase, en los textos científicos, especialmente en las humanidades, en la comunicación social, la sociología, la historia y solo por nombrar algunas. Es reclamada por el tedio que saca despavoridos a los estudiantes que miran por la ventana, por los docentes repitiéndose año tras año en el mismo discurso, reclamada por los contenidos, por las maneras de investigar, por las maneras de entender, por la realidad que vaciada de magia dejó de decir lo importante. Divagar entre líneas y perderse en ellas, no solo corresponde una necesidad en el aprendizaje,  sino que en sí mismo es una reivindicación del ser como ser, del derecho a la ensoñación y la irracionalidad, del derecho al llanto, a la risa y hasta al hipo.

La investigación no es más el camino de la ciencia, es la literatura la ruta de la investigación y la reivindicación del saber cómo una construcción humana que solo requiere de nuestras preguntas, que aguarda nuestra voz y nuestros colores, que se le salta a las paredes y sus cartones, que pertenece a todos. ¡Esa investigación, que está en las palabras y en sus ausencias, en lo que se dice y por donde transita el silencio, sea bienvenida!, una nueva investigación y una nueva ciencia: la del sueño. Bienvenida sea la poesía que de tanto titubeo hará estallar este pedazo de salón.

Acerca de la poesía: Benedetti y los jóvenes

Acerca de la ciencia: Jorge Luis Borges «Del rigor de la ciencia»

Autora:

Esperanza Milena Torres Madroñero

Docente Universidad de Ibagué y Universidad del Tolima.

Enlace permanente a este artículo: https://avaconews.unibague.edu.co/sin-literatura-sin-ciencia-por-esperanza-milena-torres/

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