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Cavernícola Tecnificada. Por Adriana Lucía Cruz Correa

Siento que nací en la eracavernicola cuaternaria. cuando tuve uso de razón y empecé a estudiar el tiempo era muy largo, el año lectivo era muy extenso y la navidad se demoraba demasiado en llegar, así como las tan anheladas vacaciones de mitad y final de año. Los tableros eran en concreto, verdes y se escribía con tiza; los cuadernos eran cosidos con grapa; existían los tableros mágicos y la televisión era en blanco y negro, y uno de los planes del día domingo en la mañana era ir a matiné. Y sí, ya existían los teléfonos, pero comunicarse con otra ciudad era a veces difícil porque la llamada no entraba; ni se diga llamar a otro país, era contarle a sus vecinos la conversación, ya que debía hablar con tono de voz muy alto para que allá medio escucharan. A medida que fui creciendo las cosas empezaron a cambiar. Al terminar mi bachillerato ya los cuadernos eran argollados, la televisión era a color, el plan de los domingos cambió; ya era grande y «que oso» ir a matiné;  y si se hablaba de computadores, yo no me enteré.

Empecé a trabajar, qué dicha, tenía dinero disponible para lo que quisiera; luego seguí estudiando y empecé a incursionar con los computadores y me parecía lo máximo trabajar en una empresa que tuviera, porque eran tan caros que ni pensarlo en la casa. Pero qué machera, si me equivocaba con un click corregía, imprimía muy rápido y también perdía muy rápido la información.  Perdí infinidad de archivos, trasnoché demasiado tiempo, repetí trabajos perdidos, que con el tiempo los encontré almacenados en algo que se llamaba papelera de reciclaje, ¡ja!, que tal en un computador se podía arrojar “basura”, ah pero también los computadores se enfermaban y ahí me dí cuenta que tanta dicha no era para siempre.

Pero en un abrir y cerrar de ojos todo empezó a cambiar. Llegó el celular, los computadores dejaron de tener pantalla con letras  de color naranja o verde, ya eran  full color, y el tiempo empezó a ser más corto, las vacaciones llegan muy rápido, pero de la misma forma se fueron volando y no las disfruté como quería. Nació  el internet y veo cómo los estudiantes de hoy en día y los niños juegan con todos estos equipos y esta tecnología a tal punto que siento que definitivamente soy de la era cuaternaria, y que como cavernícola me ha atropellado y arrastrado la tecnología.

Pero igual, me he levantado con moretones y raspaduras y me he subido en ese transbordador multidimensional y fascinante que se llama la tecnología.

Con temor pero con muchas ganas y entusiasmo he aprendido, sigo aprendiendo y por lo que veo moriré aprendiendo, ya que sigue llegando más tecnología, más recursos, más facilidad para laborar, para las actividades cotidianas del hogar, para contactarse con el mundo, para conocer más personas y sin salir de casa. Los cambios son tan notorios que hasta los tableros cambiaron;  son interactivos, se podría decir que  los tableros mágicos de mi infancia pasaron a ser súper mágicos, ya que poseen recursos en su uso que facilita el proceso de enseñanza y hasta son capaces de guardar la información en el computador que  no es inmenso, pesado, y estorboso; ya es pequeño, delgado y a algunos les dicen  “robustos”,  pero por su tecnología no por su peso, y las clases ni se diga, ahora son virtuales.

El tiempo creó sus propias alas y ha volado demasiado alto, ya no alcanza para todo lo que debemos hacer, para lo que nos comprometemos hacer y para lo que queremos hacer.

Es aquí donde nos damos cuenta que la familia es muy importante, pero no tenemos tiempo para ella, porque siempre estamos conectados a algún equipo, nos hemos vuelto demasiado impersonales, pero además demasiado  “comunicativos”

Las redes sociales le cuentan a uno todo lo que uno quiere saber de los demás y hasta lo que no se quiere saber, ya no se tiene vida privada.

Pero vivir sin toda esa tecnología ya no es posible.  ¡Nací en la era cuaternaria pero soy una cavernícola moderna! ¡que viva la tecnología y las TICS!

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